El texto verbal, oral y escrito: limitaciones y posibilidadades

Autores

Gómez L

Volumen:
30
Número:
41
URL:
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-09341997000100011&lng=es&nrm=iso
Nombre Revista:
Revista Signos
Página:
161-166
Resumen:
Los textos verbales no se construyen ni se interpretan definitivamente. En otras palabras, los procesos de elaboración e interpretación sobre el mismo texto se pueden prolongar o reactualizar indefinidamente. En las mentes de sus autores y usuarios, los textos persisten como acabados transitoriamente, pero abiertos a nuevas reelaboraciones e interpretaciones de acuerdo a otras perspectivas o circunstancias. Exigencias más bien pragmáticas de la rutina comunicativa diaria y del sentido común obligan a los interlocutores a «iniciar» y a «concluir" detenninadas etapas del proceso comunicacional pennanente que implica la convivencia humana. Al ritmo de las tradiciones culturales, los participantes viven, ejercen sus oficios y bajan el puente levadizo que constituye el texto verbal perceptible. Sin embargo en sus propias conciencias el trabajo continúa y ellos pueden, en cualquier instante, reactualizar lo que estaban «diciendo», «escribiendo» o «significando». Es frecuente que tanto lo que se desea comunicar como el modo de hacerlo «ronden en la cabeza» del iniciador desde mucho antes, sobre todo si se trata de algo de relativa importancia. Otro tanto ocurre cuando alguien, oyendo o leyendo, se esfuerza por comprender un texto verbal, particulannente si se trata ahora de una unidad extensa, densa e interesante. Quien se propone, hablando o escribiendo, construir un texto verbal –por sencillo que éste sea– habrá de ejecutar una serie de procesos interiores sucesivos y envolventes. Por ejemplo, seleccionar en su mente, bosquejar cuanto antes lo que desea decir o escribir, decidir la manera de hacerlo, precisar el o los destinatarios, el tiempo, el lugar y las circunstancias más adecuados para concretar cada proyecto. La construcción de un texto bien hecho, especialmente significativo para alguien, exige dedicación, tiempo de reflexión, reelaboración cuidadosa antes de ser divulgado e interpretado. Así pues, todo texto elaborado permanece abierto. Es inconcluso por naturaleza. Se hace por lo menos, entre dos y para otros. Tarea de los lectores intérpretes es proponer un cierre parcial, completarlo provisoriamente. Con frecuencia, el autor mismo necesita un primer encuentro con algún lector –crítico, evaluador– que pondere los sentidos del texto y colabore con él en el afinamiento del mensaje intencionado. Otro tanto sucede cuando se trata de leer e interpretar un texto recomendado especialmente. Nadie se conforma con una simple lectura; intenta otras, más cuidadosas y reflexivas. Ciertos cargos públicos exigen un especial dominio verbal expresivo y comprensivo, oral o escrito: abogado, legislador, político, consejero espiritual, maestro, sicólogo, consultor, periodista, comunicador social, vendedor, relacionador público, etc. Opiniones frecuentes de quienes componen textos verbales y se ven precisados a divulgarlos coinciden en sostener que «todavía no estaba terminado»; «debe ser revisado una vez más», «necesita algunas correcciones», corroborando así sus aprensiones e inseguridades. Existen personas, no muchas, que poseen destrezas para un manejo adecuado y hasta eficiente de los recursos de la comunicación verbal. Sin embargo, la mayoría están conscientes de sus deficiencias; les produce pánico hablar en público, son incapaces de hacerlo sin un texto o alguna pauta escrita, no se atreven a hablar ante personas de mayor jerarquía, afirman que cuando lo intentan dicen cosas sin importancia o tonterías, sufren de inseguridad cuando tienen que afrontar tales situaciones; nunca han escrito ni siquiera una carta personal; consideran que escribir un par de páginas con alguna coherencia y sin errores graves de redacción u ortografía es una gran hazaña; jamás soñarían con destacarse por su manera de escribir. Muchos que leen mucho por entretención, ni siquiera sospechan cuán exigente es el oficio de lector–intérprete, pues desconocen la complejidad del proceso de re–creación textual y no sospechan de los requisitos de un desempeño satisfactorio como comprendedor eficiente.
País:
Chile
Temática:
Didáctica de la lectura y la escritura
Documento Adjunto:

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